26 may 2014

Trató, trata, tratará

Mucha gente había tomado su mano con el derecho que creían su cariño le entregaba.
Más de una habrá memorizado sus lunares y manías pequeñas como era el de mover
las orejitas cuando se sentía feliz.

Para él eran tantas y para ellas el único...

A veces se echaba a pensar porqué dejaba que tanta gente especial [que sabía perfectamente se aferrarían] entrara a su cabeza. Se sentía como un museo del siglo nuevo, como si dieran pasos en su cabeza viendo detalladamente y con fascinación cada exhibición que los pasillos exponían. Como un gigante por cuyas orejas, pequeñas personitas de un color especial entraban lenta y suavemente, tratando de no dar señal de su intención cuando él ya la sabía perfectamente. Dejó que se enamoraran de él y él trato really hard de enamorarse de ellas... pero no podía. Y ése es el verbo indicado, no podía. Trataba de avanzar, de cerrar la puerta al museo y amar cada paso que la única persona encerrada en él diera dentro pero le producía rechazo. Ninguna se sentía como la primera, ninguna era tan especial, a ninguna la amaba [Y es que ni les daba la oportunidad de amarlas].
Pensaba que, quizás, hacía un intento por rescatar aquellas personas que se enamoraban de él. Creía que las sacaba de su vida diaria y les regalaba una historia, una felicidad que luego se pagaría con pena cuando él se alejara... pero esa pena valdría todo lo que les dio. Siempre llegaba gente triste y sola. Pensó que tenía que rescatar a esa gente, pero nunca llegó a pensar que él debía ser rescatado primero. Que él debía rescatarse a sí mismo.
Hoy en día sigue igual que siempre. No ha aprendido, sigue llegando gente a su vida y él la sigue tratando de amar, dejando que se enamoren de él. Trata de acostumbrarse, pero ya se había acostumbrado a una persona antes...
Y lamento decir que hoy, otra persona visitó el museo. 


Heaven Jamie, please save me...