¿Y dudas sobre lo terrible de su desvanecimiento?
Lo horrible que fue verlo evaporarse, sin poder hacer nada.
Tocar su mano y que quedara el mero rastro de un alma ahora fría en tu palma.
Por supuesto que fue horroroso.
Venía de Islandia y traía brownies con él.
Claro que hurgó en las esquinas de la cartera de aquella señora.
¿Cómo encontrar el calor si no?
¿Qué crees que me hubiese traído?
No me pidas cuantificar la tristeza que sentí al ver, lentamente,
como cada vez se le iba abatiendo más la mirada.
Se me llenaban los pulmones de pájaros azules y humos
de un cigarro a medio consumir.
Cada vez que cerraba sus ojos sin cuidado, un paso más me acercaba
al destino que se me había prescrito el momento en que tomé su mano;
Ser un olvidado cuento nocturno de un niño que ya creció, pegajosa,
en una empolvada caja gris que nadie recuerda y encontraría con sorpresa.
Tranquilo, cariño, no estoy triste ya;
sólo ordeno el desorden que dejaste
y la barahúnda acomodo
para dejar descansar, estos pobres oídos, este pobre cuerpo vacío.
13/10/2014